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"El alma ve más allá que los ojos; asómate y mira."

Ana Brau

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                   -LA HISTORIA DE UN ALMA QUE SE METIÓ DENTRO DE UN NIÑO. -


     

    Esta es la historia de un hombre que murió y no se quería marchar. Pero ¿Marchar a dónde? ¿Cómo he de morirme cuando llegue el momento? Estas son algunas preguntas que generación tras generación han pertenecido al pensamiento colectivo de nuestra sociedad.


    Recuerdo que cuando era pequeña esas preguntas resonaban una y otra vez en mi cabeza. Lo más cerca que estuvo un profesor de contestarme fue diciendo: “Ese tipo de preguntas no tienen respuesta, esa es la magia de la vida.” 

     

    Desde que era niña he tenido la suerte de poder separar el grano de la paja. La paja en este caso era un profesor que no se hacía preguntas y, por lo tanto, no podía obtener respuestas. Y el grano del asunto estaba claro, la magia.

     

    Siempre he sabido que la vida es mágica. Puede ser porque mi madre siempre ha sido lo suficientemente valiente para hacer que lo viera de esa manera. ¡Y de qué manera puedo verlo ahora!

     

     

    En mi cabeza no cabía el hecho de que nadie conociera cómo debemos de morir. Qué ha de ocurrir en el momento en que emprendamos ese viaje.

    De forma natural y mágica las respuestas han ido viniendo a mí, así que; si te parece, te las cuento de la mano de una historia muy especial.

     

    Esta es la historia de un niño llamado Hugo que vivió sin morirse la muerte en primera persona.

     

    Pongamos que era un 9 de junio. Yo estaba trabajando en País Vasco, tierra que tanto me gusta, cuando me escribe Marina.
    Marina es una mujer valiente y maravillosa con la que yo había tenido sesión meses atrás. 

    Marina se abrió a las almas y a su propia espiritualidad a raíz de morir su madre. Como es habitual, su madre le regaló la capacidad de percibir, entender e iniciarse en el mundo de las almas, en el mundo de la magia.

    Y es que las personas que trasciendes y que más tarde se convierten en almas pueden ayudarnos a verlas. 

     

    Desde mi punto de vista es la herencia más valiosa que existe, un acompañamiento sin fin y sin límites. Pero este no es el tema que nos concierne.

     

    Marina estaba preocupada porque no sabía cómo explicarle a su hijo de 4 años, Hugo, qué era la muerte y qué pasaba cuando un cuerpo fallecía.

     

    El tío de Hugo había muerto en enero, ya habían pasado seis meses desde su fallecimiento y Hugo tenía la cabeza llena de interrogantes acompañados de una angustia que Marina no sabía cómo afrontar.

     

    Hugo miraba constantemente al cielo, agobiado y triste.

    Hacia preguntas sobre cómo había sido la muerte de su tío; Le preguntó de qué había muerto, preguntaba si él podría ir volando a visitar a su tío algún día… Pero nada parecía calmarle.

     

    Fue entonces cuando Marina me pidió consejo para saber cómo podría explicarle a Hugo lo que era la muerte.

    Ella lo estaba haciendo fenomenal, hablaba con total naturalidad de que el alma de su tío ya no estaba dentro de su cuerpo y que ahora podría acompañarlos y ayudarles desde el cielo.

     

    Cuando yo leí los mensajes me llegó la siguiente información:

     

    Antonio, el tío de Hugo, había muerto, pero no estaba trascendiendo de forma correcta. 
    Trascender es la manera en que las almas evolucionan. Y lo hacen hacia arriba. También pueden estancarse e ir hacia abajo, pero eso no es precisamente evolucionar.

     

    Antonio tenía miedo. No aceptaba que se había muerto pese llevar seis meses en otro plano.

     Hay muchas almas que llevan muchos años fallecidas y por alguna razón no avanzan como deberían. En algunos casos, incluso no saben que han fallecido.

     

    En el caso de Antonio no era el desconocimiento lo que le impedía seguir sino la resistencia a hacerlo generada por la desinformación y el miedo con que se había ido.

     

    Lo que Antonio estaba haciendo era invadir a Hugo. Se había metido dentro de su cuerpo para seguir experimentando la vida a través de él.

     

    -Coge aire, respira, vamos a explicar esto. -

     

    Las almas pueden acompañarnos de tres maneras. Pueden trascender a nuestro lado, como quien tiene un amigo con el que habla de vez en cuando. 

     

    Pueden trabajar a través de nosotros, esto es; cuando nos morimos se nos entrega una cajita. “La caja de las mudanzas”, en esta cajita, guardamos TODO lo que hemos vivido y experimentado en nuestra vida en la tierra, absolutamente todos nuestros recuerdos y emociones.
    Las almas por sí solas no tienen emociones, tienen recuerdos de esas emociones.

     

    Ahora supongamos que esos recuerdos son CD`s y tu cuerpo es un reproductor de DVD. Pues bien, algunas almas cogen sus CD´s y los meten dentro de nuestros cuerpos (se meten dentro de nosotros) para poder entender sus experiencias con nuestro sistema emocional, debido a que ellas no lo tienen. El sistema emocional habita en nuestro cuerpo.

     

    Es así como a través de nuestra experiencia ellas pueden seguir creciendo y comprendiendo sus cosas.

    Este proceso, aunque pueda resultar sorprendente no tiene que ser necesariamente malo o peligroso, ya que las almas que lo experimentan son almas muy allegadas a nosotros que nos acompañan con muchísimo amor y respeto. 

    Estos procesos son temporales. 

     

     

    La tercera forma en que las almas nos pueden acompañar son las invasiones. Este método sí es más agresivo y debería evitarse o tratarse en el momento en que nos demos cuenta.

     

    Las almas que nos invaden son almas que se resisten a hacer su trabajo y, de alguna manera, se aprovechan de nuestra energía y nuestra luz.

    Esto no las convierte en almas malas, son almas que no están obrando correctamente.

     

    Las almas avanzan de la siguiente manera. Ellas han de observar “La cajita de las mudanzas” e ir analizando e integrando una por una las “cosas”, los recuerdos, que hallan en su interior. 


    De esa manera reconocen, comprenden y se responsabilizan de lo que han vivido en esta vida. 
    Pero hay algunas almas a las que no les interesa mirar a los ojos a algunos capítulos de sus vidas. En ese caso o se estancan o se aprovechan de la energía de otro individuo.

    Y para esto, los niños son los candidatos perfectos.

     

    Que ¿Por qué´? Porque los niños son, además de puros, canales muy abiertos.

     

    Es muy cotidiana la pregunta de: ¿Todos los niños pueden ver o sentir a las almas? A pesar de que no me gusta generalizar porque como sabéis cada caso es un universo totalmente diferente, la gran mayoría de niños perciben y sienten almas, seres, energías…  Esto se debe a diferentes factores: 

     

    El primero, ya mencionado, acaban de llegar a este plano, como quien dice, preservando gran contacto con la fuente, lo que les facilita vivir los conceptos “mágicos” con mayor naturalidad. Esta facultad la hemos asociado a la imaginación y la creatividad. Siendo cualidades poderosísimas en nuestras vidas, pero fuertemente denostadas cuando llega la edad adulta. 

     

    Otro factor que les expone a poder ser invadidos es que su energía es pura y muy limpia. Lo que les convierte en fuentes de energía.

     

    Es por eso por lo que es de vital importancia que los progenitores, tutores o guías de estos peques les expliquen con toda la naturalidad que les sea posible que la muerte forma parte de la vida. 
    Pero lo más habitual es que sea un tema tabú, tapado incluso cuestionado.
    Los pequeñines entienden perfectamente si les explicamos que el alma vive dentro del cuerpo y que vivirá una experiencia hasta que el cuerpo muera. 
    Siempre con dedicación, tranquilidad y magia.

     

    En el caso de que los adultos tengan miedo primero ha de trabajarse esta cuestión para que los niños puedan comprenderlo sin emociones temerosas. Esto se debe a que una pequeña parte de la comunicación es verbal, otra parte amplia es gestual pero también hay una gran parte energética, la cual la mayoría percibimos, aunque no lo sepamos expresar en palabras “humanas”.

     

    Es por eso por lo que hable o no del tema mi hijo se va a alterar si yo estoy alterado o alterada o lo va a rechazar si en mi interior yo lo rechazo.

     

    Este tercer tema conforma el tercer factor que puede hacer que un niño sea invadido o parasitado. El miedo y el desconocimiento. 

    Si yo conozco lo que está pasando puedo gestionarlo y hacer de ello una experiencia provechosa y gratificante. Como fue el caso de Hugo, Marina y Antonio.

     

    Cuando recibí esta información le puse en alerta a Marina de lo que estaba pasando y le expliqué cómo íbamos a proceder.

     

    “Causalmente” la tarde en que Marina me escribió para darme la noticia de lo que estaba pasando, yo estaba trabajando en sesión con Javi, amigo de Marina. 
    Mis almas me dijeron que Javi nos tenía que ayudar a poner las cosas en su sitio.

    De modo, le encomendamos una tarea.

    Le expliqué cómo debía trabajar al llegar a casa. Tenía que hacer una meditación donde viera a Antonio y le explicara cómo tendría que seguir avanzando.


    Esa noche en casa de Hugo estuvieron las cosas muy revueltas. Marina hizo su parte desde casa, colocándose una pulsera de alta vibración y encendiendo una vela de color blanca con la intención de aportar luz al proceso en el que estábamos trabajando.

     

    Durante la noche la pulsera se rompió y la vela se apagó. A continuación, Hugo se puso de pie a mitad de la noche, lo que asustó a Marina.

     

    -Vuelve a coger aire, ya casi hemos conseguido explicarlo todo. -

     

    El hecho de que Hugo se pusiera de pie tiene que ver con que Antonio seguía resistiéndose a marcharse. Pero ya sabía que lo que estaba haciendo le estaba resultando mal a Hugo. De alguna forma él también estaba incómodo y asustado.

    A lo largo del día siguiente le expliqué que se había muerto; también le dije que no debía tener miedo, que ninguna lucha a la que se tuviera que enfrentar iba a ser más dura de la que ya hubiera lidiado. Y que tenía que aprender a caminar solo. 

    No le gustó nada lo que le dije e intentaba discutir conmigo. 

    No suelo ser desagradable ni con la gente ni con las almas, pero en esta ocasión tuve que hacer uso durante varios asaltos de mi mano izquierda.

     

    Por la tarde iba a ir a la playa y allí culminaría el trabajo. De nuevo “causalmente” Marina y Hugo esa tarde también fueron a la playa.

    De manera que sería Marina quien acabara de poner los límites.
    Le pedí que mientras Hugo se bañara en el mar y jugara ella le mandara mucho amor a su tío y le ordenara que siguiera su camino. Con amor, pero sin contemplaciones. 

     

    ¡Y dio resultado!

     

    Al día siguiente Hugo volvió a preguntar por su tío. Marina le explicó de nuevo que él había muerto y que estaba en el cielo. Pero en esta ocasión Hugo asintió con la cabeza y comprendió lo que había pasado sin melancolía ni tristeza.

     

    Esto se debe a que el que estaba triste y enfadado por haberse marchado era Antonio no Hugo. Al estar dentro del cuerpo de Hugo, este pequeñín expresaba a través de su cuerpo, las emociones y miedos de su tío.

     

    Días después estuve chequeando que Antonio siguiera trascendiendo bien hasta que ya no hizo falta seguirle la pista.

     

    Semanas más tarde me escribió Marina para contarme algo muy especial que daría el broche final a nuestro gran trabajo:

     

    Mientras Hugo se bañaba y se preparaba para irse a dormir le dijo a su madre que estaba viendo a su tío. Se pudo muy contento y fueron a la ventana a decirle adiós y a pedirle que le visitara en sueños.

     

    Esto fue la reafirmación de que habíamos hecho un gran trabajo.


    Mientras Antonio permanecía dentro de Hugo, este no podía verlo, digamos que, de alguna manera, estaba demasiado cerca. En cambio, cuando este salió y continuó con su viaje, Hugo tenía la distancia suficiente para poder verlo y relacionarse con él de forma limpia. Cada uno con sus emociones.

     

    Y colorín colorado así es como el tío de Hugo encauzó su tránsito por el lugar adecuado.

     

    Gracias Hugo y Marina por la confianza y el empeño y por supuesto, gracias a Javi por la generosidad con que trabajaste y nos ayudaste en este proceso.


                      


                            ESTA FOTO ES DEL MAR DONDE ANTONIO ALZÓ EL VUELO.

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    Hoy ha venido a sesión Ane.

    Eran las 17:14 cuando bajaba las escaleras de casa con la bici cargada sobre mi hombro derecho.

    Tenía una perspectiva muy agradable de lo que iba a ser mi tarde en la "Casita de las Almas", es así como he decidido llamar a la oficina donde trabajo.

    Soy muy partidaria de ponerle nombre a los objetos o lugares   que me importan y que juegan un papel importante en mi vida. 

    -Nos imponen a las personas a las que tenemos que amar. Nos imponen formas de amar. Nos imponen que no podemos decir NO aunque nuestra alma nos grite y nuestro cuerpo enferme. 

    De modo que yo, en mi pequeña revolución y en mi "salvaje" forma de concebir mi vida, me rebelo poniendo nombre a los objetos a los que amo. Al igual que la bici que portaba sobre mi hombro derecho hace unas horas se llama "Lili".-

    Justo en el momento en que me disponía a salir del portal, la luz de la bombilla del rellano a empezado a tintinear hasta que ese tintineo se ha convertido en el aviso de algo más serio. Parecía como si se tratara de un relámpago.

    De manera que he abierto la puerta, he inspirado con fuerza y me he dicho "ala Ana, vamos que nos viene fuerte la tarde".

    He llegado a la Casita de las Almas y poquito después ha llegado Ane, la mujer a la que me ha tocado acompañar esta tarde.

    Cuando hemos comenzado la sesión tenía muy pegadito un hombre muy sabio y muy elegante que me daba a entender que era su padre. Pero se entremezclaba con una energía muy negra y oscura.

    Al instante me he protegido. Me he dicho a mi misma que estaba dispuesta a ahondar en la energía e historia de esta mujer y que estaba dispuesta llegar hasta el final pero que me protegía de cualquier amago de ofensa, engañifla o traición de toda alma que estuviera vibrando abajo.

    De acuerdo, voy paso a paso. Como algunos de vosotros sabéis podemos dividir el astral en dos grandes bloques; *ALTO ASTRAL* y BAJO ASTRAL*. De qué depende o qué conlleva vibrar en un plano o en otro; pues bien:

    En un plano astral alto vamos a encontrar a nuestros guías, a las entidades de luz. Como pueden ser; mis ancestros (los que estén haciendo un buen trabajo), mis ángeles, mis animales de poder, aquellas mascotas con las que hemos compartido parte de nuestro camino. 

    En otras palabras, almas que están vibrando en una frecuencia de luz y de amor. 

    Por el contrario, en el bajo astral vamos a encontrar entidades bajas. No es que sean "malos", son entidades que no tienen luz suficiente como para estar en otro sitio. 

    Como canalizadora, mi trabajo es escuchar con lo que estoy trabajando y después actuar acorde con mis propias capacidades. Si en este caso hubiera sentido que no podía con esa energía y que podía verme afectada yo o la mujer a la que estaba acompañando habría tenido que parar la sesión inmediatamente y delegar este trabajo en alguien que requiera ahora de la habilidad y la potencia pertinentes.

    Como no ha sido así he podido hacerle frente y, bajo mi punto de vista, hacer un gran trabajo.

    He ido observando de donde procedía esa energía oscura y ese hilo me ha conducido hasta el abuelo paterno de Ane.

    Este hombre estaba en un plano horroroso. Cuando nos morimos, al igual que cuando vivimos en la tierra, somos creadores de nuestra propia realidad. Tanta luz tengamos tan bella va a ser la casa o "el escenario" donde vivamos. 

    El escenario de este hombre era tremendamente duro.

    Cuando he conectado con él me ha empezado a contar sus miserias mundanas. Pero algo no cuadraba. Nada de lo que me contaba parecía afectarle, era más bien como una maniobra de distracción para enseñarme lo terrible que ha sido y así conseguir que me alejara de él.

    Ha necesitado que yo verbalizara las cosas que iba enumerando; Nos ha contado que dio de beber a mucha gente en el bar que regentaban, y sonreía de forma  sádica. 

    También nos ha contado que tuvo otras relaciones y que vivió barbaridades... pero entre este discurso de acciones mundanas que él catalogaba de "sucias" se le ha escapado un secreto.

    Y es que cuando habla nuestro corazón y se dirige a otro corazón que escucha, es imposible controlar que no salga lo que no quieres que salga porque en realidad, siempre queremos que salga todo. *SIENTE, EXPRESA, INTEGRA* esa es la fórmula mágica del duelo y la sanción. Y hoy con el abuelo de Ane hemos llegado hasta la integración.


    El secreto que se le ha escapado ha sido: "mi padre". En ese momento se ha tapado la boca y ha vuelto a cubrirse con su oscuridad y a ponerse odioso. 

    Yo me he reído con un tono sincero y le he dicho: "jaa, te he pillado".

    Es entonces cuando he comprendido.

    La oscuridad de este hombre estaba generada por un agudo dolor que había sido generado en su infancia. Lo que generó una vida gobernada por las pasiones mundanas, los vicios y en ocasiones, el maltrato. ¡Por eso está oscuro! Pero el tema iba más allá. Lo más doloroso de todo, lo que más oscuridad generaba era que él no se sentía merecedor de ese afecto, de esa escucha y sobre todo no era digno de perdón. O eso quería hacernos creer.

    Yo le he pedido con el corazón sincero que me contara, que hablara " a chorro". Es entonces cuando me ha dicho que su padre fue un animal. Fue un hombre que maltrató y pegó a sus hijas, entre otro tipo de abusos.

    Nos ha contado que tuvo que "normalizar" verdaderas barbaridades. Y que por eso a lo largo de su vida se había comportado de forma sádica. Dice: "Ver el dolor de otros me hacía sentir que estaba acompañado en mi propio dolor y eso, lo amortiguaba.

    Justo después de soltar su verdad, se ha cubierto las manos con la cara y ha comenzado a sollozar y a liberar las emociones que por tantos años ha tenido atascadas y enquistadas.

    En ese momento ha cambiado de escenario. Ha elevado su vibración y aunque todavía estábamos dentro del "bajo astral" ha ascendido de nivel. Estaba sentado al borde de una gran mesa redonda. Tenía un foco sobre la cabeza y se estaba "juzgando" así mismo. 

    Lejos de lo que te pueda parecer este juicio no es malo si no necesario. Y no se lo ha hecho nadie, solo él mismo. 

    Este hombre estaba atascado en el dolor y la culpa y cuando ha movilizado esa porquería ha avanzado hacia un nivel en el que podía hacerse preguntas.

    Es en ese momento cuando ha aparecido su mujer. Estaba a deseo de poder estar con él.

    Lo que había pasado durante todo este tiempo es que él se había cerrado en su dolor y culpa. Y cuando nos encerramos, nos aislamos. A los que vivimos en la tierra también nos pasa. 

    He conocido cantidad de almas desesperadas porque les gustaría acompañar a sus familiares pero estos están demasiado ocupados con sus dolores, ansiedades y preocupaciones y esto les da la razón en cuanto a sentirse desgraciados. 

    Se vuelven desgraciados porque se cierran a la ayuda De Dios. La ayuda De Dios que viene dada por cada una de las almas que nos guían y orientan.

    Este era el caso de la mujer de este abuelo paterno. Ella estaba deseando que llegara el momento para poder hacer lo que ha hecho hoy. Bueno, mejor dicho, lo que juntos, hemos hecho hoy.

    Ella ha venido con una luz muy pura y muy blanca. Ha abierto los brazos y le ha empezado a hablar: "Te he estado esperando. Todas esas barbaridades de las que hablabas antes yo ya las sabía. Podía describirlas con más o menos detalle pero siempre he sabido quien eras. Y siempre he decidido estar contigo."

    En ese momento él ha levantado la cabeza y ha ocurrido.


    Ha empezado a ascender para arriba de forma muy rápida, como si estuviera en un ascensor, y yo, con él.

    Físicamente la sensación ha sido bestial. No hay palabras terrenales para describir lo que he vivido. Hay quienes dicen que esa sensación es parecida a la de tener un orgasmo. Os mentiría si os dijera que no. Sí tiene algo en común pero esto es mucho más.

    Creo que es una sensación que no nos toca experimentar a los humanos, mientras estemos en nuestra experiencia de tierra.

    Y me preguntarás; ¿Qué es lo que ha pasado para que tú hayas sentido eso? ¿Qué significa que ha empezado a ascender para arriba?

    Y bien, te contesto. Lo que ha pasado es que él ha trascendido. Trascender es la palabra que utilizamos para definir que un alma está avanzando, trascendiendo, creciendo, evolucionando.

     El alma de este hombre estaba tan oscura y tan abajo que ni si quiera había cruzado. En el momento en que nos hemos emocionado y apenas podíamos respirar ha sido cuando este hombre ha "volado" hasta aterrizar en el lugar que ahora le corresponde. Al lado de su mujer y sus hijos.

    Dos de sus hijos habían fallecido antes que él pero esa historia queda para otro capítulo.

    Después nos hemos reído mucho. 


    Al verle rodeado de sus almas y el brillo de su propia alma reparé en un detalle. En esa habitación también había almas de personas, hombres en su mayoría, que habían sido alcohólicos y que, al igual que él hacía unos minutos, estaban atascados.

    Le pregunté que qué significaba aquello.

    Él exhaló orgulloso y nos explicó que ese iba a ser su trabajo ahora. Ayudar a trascender a aquellas almas como él lo había logrado hacer antes.


    Cambió las bromas pesadas por el sincero y verdadero humor. Bromeaba a cerca de su casa. Se daban collejas unos a otros y me ha mirado con cara de felicidad, alivio y satisfacción.

    Y yo, yo me he sentido el ser más afortunado de este planeta.

    Solo me queda dar gracias a mis guías, quienes me acompañan asesoran y me ayudan día tras día, a Ane por haber puesto en mis manos el encaje de bolillos de su familia y a ti querido lector, querida lectora por querer integrar y compartir un trocito más del corazón de este "abuelo paterno", y ahora también, un trocito del corazón De Dios.


         LUZ ES VIDA. EL CORAZÓN HABLA. Y LA VIDA SIGUE ALLÍ DONDE ESTÉ NUESTRO ALMA.

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    Supongamos que hablo de un nueve de agosto.

    Lurdes, mi madre vasca, así es como la siento, me contactó para contarme que había fallecido su tío.

    Le comuniqué  que lo sentía bien y que le mandaría mucha  luz para que pudiera hacer su tránsito tranquilo.

    Antes de despedirnos me comentó que creía recomendable esperar al menos 72 horas antes de hacer la incineración  para que el alma pudiera hacer su viaje sin problemas.

    Esta información no me resultaba desconocida pero no tenía la certeza de saberlo de primera mano. De manera, que mi respuesta fue abierta. Le preguntaría a su tío para ver qué era lo que él necesitaba.

    En este momento se juntaron varios factores. En primer lugar; su tío estaba muy ocupado haciendo sus cosas de alma recién desencarnada, otro condicionante fue que uno de los talleres en los que estoy trabajando trata  el tema de la muerte. Me parecía muy importante dar respuesta a esta pregunta para poder sumar este contenido al temario. De manera, que hice lo que siempre hago en estos casos: “pedir información”, miré en dirección al cielo y les dije a los que siempre están: “chicos necesito que me expliquéis esto.”

    Hecho el encargo salí a hacer deporte.

     Fue precioso, me guiaron durante toda  la ruta. Suelo hacer un recorrido muy sencillo y la mayoría de  veces es parecido. 

    Aquella tarde tuve algunas variaciones pautadas por los de arriba y ante esas órdenes… no hay cuerpo que se resista.

    Detuve mi carrera cuando llegaba a la parte trasera del Tanatorio que queda junto al parque del Ebro.

    Los ojos se me abrieron como platos al ver como cientos de almas sin una forma definida cruzaban el río.

    Enseguida pude identificar aquella imagen. En mis archivos mentales había una exactamente igual a aquella. Recordé uno de los fotogramas de la película de Disney, Hércules.

     Una vez más pensé: “caray estas películas de ciencia ficción…” Habitualmente las ficciones están más que basadas en experiencias propias y reales. Si en algún momento de mi vida hago una película,  prometo firmarla como “experiencia hiperrealista.”

    Aquella imagen me dejó muy impactada; esas almitas estaban tristes y de alguna manera Errantes. Como en el momento no pude comprender muy bien qué era lo que necesitaban, sencillamente les envié luz.

    Podemos compartir luz de muchas maneras y formas; la más sencilla y pura desde mi punto de vista, es: Una vez te has colocado en tu centro visualizas con el corazón aquello que quieres enviar. Puede ser una bola de luz o un túnel, una frase o un mantra, un color, una frecuencia o incluso un estado.

    Una vez en casa y sin que me diese tiempo a ducharme llamó mi madre. 

    Hablamos a cerca de cursos, sesiones, terapias y de cómo nos había ido el día. “¡Casi me olvido!”, le dije yo. “Olvidaba contarte lo que he visto hoy…” “Se dirigen al cementerio en busca de sus lápidas, necesitan localizar quiénes son, quiénes han sido”, me contestó ella.

     En aquel momento se encendió la bombilla.  

    Mi paquete había llegado como un torrente en forma de información. Lo más bonito de todo es que nos llegó al mismo tiempo y exactamente con las mismas palabras a mi madre y a mi.

     Aquellas almas habían sido incineradas antes de que su tránsito hubiese podido acabar.

    La muerte es un proceso.

    El alma empieza a salir del cuerpo antes de que el cuerpo deje de funcionar del todo; es decir, cuando en un lenguaje terrestre escuchemos: “Se ha ido” no debemos abandonar, porque en este momento está ocurriendo algo realmente mágico.

    El alma se está esforzando en completar su proceso de partida, a la vez que se despide de aquel cuerpo que en esta vida fue; su traje, su carta de presentación, el vehículo que le enseñó a amar, a besar, a crear, a cantar, a bailar, a soñar, a sufrir, a llorar, a comer…

    Cuando escuches “se ha ido” ¡Baila! Porque le estarás ayudando a no tener miedo. Le estarás diciendo que todo va a ir bien. Que el sitio al que se dirige no es peligroso porque estará consigo mismo, consigo misma.

    Cuando escuches “Se ha ido” tómale las manos y agradécele, dale el permiso para que vuele, para que se libere y avance. Prométele que tú estarás para lo que necesite.

     Háblale de los recuerdos que tengáis juntos.

    En cada sesión hablo del tránsito hacia otros planos con la metáfora de “La cajita”, y esta metáfora dice así: “Cuando nos morimos todos portamos una cajita. Esta cajita está llena de nuestros recuerdos, vivencias, sensaciones, emociones…” En la primera mudanza no solemos poder transportar toda la cajita. Es por eso que necesitamos ayuda para completar todos nuestros recuerdos.

    Y por esa razón las almas que aparecen en las sesiones nos cuentan anécdotas, nos enseñan imágenes y nos piden que volvamos a hacer “cosas” que ellos anhelan.”

    Debemos respetar los tiempos y el proceso de cada uno; de los vivos y de los muertos.

    “Aprender a morir para saber vivir.”

    De manera que sí, querida Lurdes, tenías razón. Siempre te digo que eres sabia.

    Cuando escuches “Se ha ido”, deséale buen viaje.

     

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    Como todo, esta historia empezó con una casualidad.

    Un día de marzo Ana, una mujer preciosa amiga y gran psicóloga me invitó a participar con ella en un directo de instagram  para hablar de su programa, Mujer Medicina. Ana dejó un tiempo para que yo pudiera hablar de mi proyecto, Almas.

    Al día siguiente se puso en contacto conmigo Pilar.

    Pilar me dio las gracias por el trabajo que había decidido emprender y por ser valiente al darle visibilidad y naturalidad. También abrió su corazón y me habló de su historia.
    Hace 21 años el hijo de Pilar murió, con la edad de 12 años. No podía escuchar su voz a través de los mensajes pero sabía que le estaba temblando. Cuánto coraje y cuánta fuerza hacen falta para abrirte en canal cuando has estado rota.

    Para acabar su mensaje, Pilar me dijo que cuando estuviera preparada me llamaría.

    Al cabo de un mes, recuerdo que era domingo; domingo por la tarde, yo estaba trabajando en la cafetería cuando de repente unos ojos brillantes y una vocecita tímida me preguntaron: “¿Eres Ana, verdad?” Esta preciosa mujercita era Yaiza. Yaiza es la hija pequeña de Pilar y hermana de Víctor. Asentí, le pregunté con curiosidad si nos habíamos visto antes o de qué nos podíamos conocer. Ella me explicó que, junto con su madre, habían leído todo mi blog. Se me abrieron los ojos como platos y exhalé con una emoción  de satisfacción y orgullo. ¡Qué bello que lo que más disfruto hacer esté llegando a muchas personas! Y ¡Qué “casualidad” que esa tarde conociera a Yaiza, ya que había estado toda la semana pensando en Pilar y en lo que me gustaría trabajar con ella…!

    Esa misma noche Pilar me envió un mensaje, diciendo que nuestra sesión estaba cada vez más cerca y             que le gustaría conocerme.
    No pasó ni una semana cuando por “casualidades de la vida”, Pilar se equivoca de parada de autobús y se baja justo en frente de la cafetería donde yo estaba trabajando.

    Cuando la vi entrar me congelé y tragué saliva. Sabía que sería un gran momento; “Un con leche descafeinado por favor”. Yo me quedé observándola, inmóvil, no sabía cómo saludarla. Me debí quedar más tiempo del que pensaba porque volvió a repetirme el enunciado de su café: “Un con leche descafeinado por favor”.

    Lo preparé y lo dejé sobre la barra. Me dijo: “¿Eres Ana verdad?”. Asentí.

    Me habló de todas las “casualidades” que le habían ido acercando hacia mi. Quedamos al día siguiente para hacer nuestra sesión.

    Confieso que estoy retemblándome al escribir estas líneas porque siento una gran responsabilidad.

    A medida que voy teniendo la oportunidad de acompañar a más personas me doy cuenta de la enorme responsabilidad que esto supone.

    No se me había presentado todavía la ocasión de comunicar a un hijo con su madre. Estoy desbordante de amor pero un poquito nerviosa, lo confieso.

    Llevo varios días intentando escribir este post y Víctor lleva varios días “incordiándome” para que lo escriba. Espero estar a la altura y encontrar las palabras con las que Víctor quiere narrar su historia.

    Allá vamos; pequeño Víctor te dedicamos estas líneas y este espacio:

    Las almas de los niños son más potentes que las almas de los adultos. Un niño se encuentra en su más pura esencia, mientras que los adultos tenemos que “deconstruirnos” para llegar al centro de nosotros mismos. Los niños tienen su canal abierto, tanto para comunicarse con otros planos como para estar constantemente alimentando y dando rienda suelta a su creatividad.

    Durante estos meses he estado observando y estudiando la relación, que existe entre creatividad y escucha de otros planos. He descubierto que sin una, no puede darse la otra. La creatividad nos conecta con nuestro niño interior, y nuestro niño interior tiene muy claro lo que desea; aquello con lo que sueña; lo que le gusta y lo que no le gusta. El niño interior sabe dar las gracias cuando alguien honra sus logros y sabe darse el espacio que necesita cuando desea estar solo jugando y construyendo su mundo.

    El mundo de los adultos, habitualmente no deja mucho espacio para jugar. A mi, personalmente me resulta imprescindible.

    Víctor murió jugando.  Él era un pirata que quería ajusticiar a un “malo”, le pensaba  a ajusticiar con la horca. El poder de la creatividad no tiene límites y él tenía que cumplir con los roles de los dos personajes. El Capitán de los piratas y el ajusticiado. Cuando se puso el cinturón de la bata en el cuello para continuar dando vida a su historia perdió  la suya. Se golpeó la cabeza con la viga y al tropezarse se ahorcó. Su almita abandonó su cuerpo casi al instante, de golpe.

    Recordamos los tres tipos de lo que llamamos “muerte violenta”: Suicidio, asesinato o accidente”; todas aquellas muertes que podemos llamar como “repentinas”. Son procesos en los que las almas no pueden prepararse para irse. No les da tiempo a saber que van a pasar a otro plano, sencillamente ocurre.

    Pilar entraba junto con su pareja a la casa después de tirar la basura, después de la cena, y vieron lo que había sido el escenario de juego del pequeño.

    Víctor por su lado no podía descifrar lo que estaba pasando. Pilar y su hija se mudaron de aquella casa. Permanecer allí era demasiado doloroso.

    Durante la sesión pudimos entender qué es lo que le había pasado en realidad ya que en el pueblo donde vivían se comentaba que había sido un suicidio. Teoría que en el corazón de Pilar y en el de su familia no se podía encajar.

    Gracias a dedicarle a Víctor un espacio y un tiempo para recordar las cosas que le gustaban, como por ejemplo, llenar la casa de pequeños gatitos que se encontraba por la calle, jugar, cocinar… pudo ir ganando luz. Es muy sanador para todas las partes hablar de lo que ha ocurrido y exponer cómo nos sentimos en aquel momento y de qué manera nos sentimos ahora al revivirlo. Es una parte importante del proceso de duelo. Podemos ir escuchando que la herida sangra pero puede que cada vez nos desgarre un poquito menos.

    En esta sesión ayudamos a Víctor a que entendiera dónde está y el camino que le toca seguir  a partir de ahora.

    Pilar y yo pudimos hablar con él, hacerle preguntas y empezar a buscar herramientas para conectarnos con él y sentirlo cerquita.

    Él nos dijo que se quedaría en casa para acompañarles, cuidarles y trabajar a través de ellos.

    He aprendido que el fin único de personas y almas es llegar a la esencia de cada ser; hay quienes lo consiguen en vida, quienes inician el trabajo en vida y lo continúan desde otro plano, quienes en vida no se cuestionan absolutamente nada y tienen que hacer todo el trabajo desde el inicio una vez que han fallecido y también están los que como Víctor, abandonan este plano cuando todavía no les toca.

    Gracias Víctor por ser un claro ejemplo de valentía y fortaleza. Aceptas que te fuiste “sin querer” y asumes que tendrás que hacer tu trabajo desde donde estás. Te honro y te admiro.

    Gracias Pilar por ser una de las mujeres más fuertes que he conocido. Puedo acompañarte pero no puedo sentir el profundo dolor que has sentido durante estos años. Gracias por darme el honor de acompañarte y por presentarme al precioso Víctor.

    Gracias Yaiza por ser valiente y hacer de conectora entre vosotros y yo.

    Os deseo toda la luz y amor del mundo para que sigáis trabajando para estar en contacto entre vosotros y con vosotros mismos.

    El camino es hacia adentro. Hacia nosotros.

    Sé que Víctor es mi nuevo amigo. Desde que hice la sesión hasta hoy que he decidido acabar esta publicación ha estado acompañándome, insistiéndome y mandándome muchísima fuerza para que siga materializando mis proyectos.

    Me quito el sombrero ante ti pequeño.

    Abre tus enormes alas.


                          

                        ESTE ES EL ÁNGEL QUE PILAR ME REGALO CUANDO ACABAMOS LA SESIÓN.  ES PURO Y BRILLANTE.

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    Era una mañana fresquita de finales de agosto, de las que no abundan.

    Media hora antes de comenzar una sesión recibo una llamada de Carolina.

    Había conocido a Carolina hacía justo una semana. Estuve en su consulta por recomendación de un amigo. Ella es osteópata, sanadora; Conectamos muy bien e intercambiamos nuestros teléfonos.

    Carolina fue  breve; cedió la llamada a Laura.

    Al otro lado escuché a una mujer fuerte y rota al mismo tiempo. Laura, había perdido a su marido Manuel hacía menos de un mes. A Manuel le había tocado marchar con 46 años.

    Ya sé que estáis pensando que a quién le puede tocar marchar con esa edad, pero si sigues leyendo quizás podamos contestar a eso.

    Laura, como quien habla anestesiada a causa de un agotamiento mental producido por el dolor de una pérdida tan cercana, preguntaba con voz tenue y a la vez segura, si existía alguna posibilidad de que yo pudiera comunicarme con Manuel.

    Al escucharla hice lo que hago siempre en estos casos, preguntar. Es como si lanzara mi pregunta al aire en búsqueda de esa alma. En ocasiones, cuando la persona se acaba de morir, su alma necesita tiempo para mantener una conversación, o todavía no sabe que ha fallecido y que no pertenece a este plano… Pero Manuel si estaba. Le contesté que sí.

    Cuando colgué aquella llamada me invadió el terror por un momento; miles de preguntas de mi ego paranoico y escéptico empezaron a bailar en mi cabeza y a alimentar los monstruos que con tanto trabajo desactivo cada día: ¿Quién eres tú para darle voz a un hombre que se acaba de morir? ¿Te crees lo suficientemente especial como para hablar por medio de él con su viuda? ¿Y si le haces daño a esa pobre chica? ¿Y si todo esto te lo estás inventando? Esta última pregunta es la más peligrosa, la que más quema y la que más destruye. Afortunadamente he aprendido a desactivar estas bombas, y solo fue cuestión de minutos poder contestar a estas dañinas preguntas. Sí, soy lo suficientemente especial y confío en el canal que se me ha otorgado y abierto; Soy una chica de 20 años capaz de comunicarme con las almas; Es imposible que pueda hacer daño a esta chica porque hablaré desde el lenguaje del corazón; Sé que no me lo invento porque Manuel está aquí ahora mismo ayudándome.
    De repente me invadió un chorro de luz de esos que emergen desde dentro y se irradian por todos los poros de tu cuerpo y me puse muy feliz al ver el super reto que tenía delante de mis narices. Era la primera vez que acompañaba de forma tan directa en una pérdida.

    Quedamos esa misma semana, fue un domingo por la tarde. Laura me envió la dirección de su casa. Normalmente me gusta trabajar en mi espacio pero prefería estar en el entorno de Manuel, sentirle todo lo cerca que pudiera.

    Esa semana Manuel estuvo conmigo durante muchas horas, inspirándome confianza, dándome permiso y a través de mi, recordando claves de su vida que le habían llevado hasta ese estado.

    Cuando llegué a la casa me quedé petrificada. “Mi trabajo es maravilloso”, pensé, y se me escapó una carcajada.

    La semana anterior yo había estado dentro de un coche afuera de esa misma casa contemplando el paisaje; y es más, semanas antes había visitado por primera vez ese mirador y me había enamorado de aquella casa y de aquellas vistas, no podía ser casualidad. Busqué a Manuel en ese espacio infinito en el que viven las almas y se reía como quien se ríe cuando le han pillado haciendo uno de sus trucos.

    Me sentí agradecida. Bajé del coche y busqué con la mirada a Laura. Ella aguardaba en la mesa del jardín con las piernas cruzadas, el puño cerrado sosteniendo el mentón, el cabello negro largo campando a sus anchas por la espalda y la mirada perdida.

    Reconozco que después de hacer esa observación tragué saliva para no montarme de nuevo en el coche e irme. Me mataba ver a aquella mujer tan grande y tan rota. Confié en Manuel y le pedí por favor que no me dejara tirada.

    “¡Hola Laura!”, dije con un tono alegre, sin pensar, como ese tono de voz que aparece cuando estás hablando tu lenguaje y nadando en tu elemento. Activé el lenguaje del corazón y… ¡Para adentro!

    Estuvimos en el jardín. Laura me ofreció una maxi-infusión y saqué mi cuaderno verde, las cartas aquella tarde no harían falta.

    Manuel estaba deseoso de comunicarse con su querida esposa. Me abrumaban todos los mensajes y los sentimientos que canalizaba de amor, puro amor. Pocas veces había visto una relación tan intensa y tan pura.
    Ya hemos hablado más de una vez que lo que los cuerpos sienten en vida y cómo se manifiestan o demuestran, no tiene por qué coincidir al cien por cien con los sentimientos y emociones que se posan cuando uno o los dos mueren. Hay relaciones que con la muerte de ambos se acaba, pues lo que tenían que experimentar y vivir se queda ahí. En otras palabras, ya se ha sanado o trabajado. Pero este no era el caso de Laura y Manuel.

    Manuel estaba un poco desconcertado, quería relacionarse con ella como siempre. Añoraba tocarla, besarla, abrazarla, sentirla de una manera más terrenal. No tuve que decirle nada, fue él quien se dio cuenta de que eso ya no podía ser y sería mejor buscar otros modos de expresión. Por su lado, Laura carraspeaba impaciente, temerosa y me atrevería a decir que algo incrédula.

    Dije algo que siempre se me olvida, porque para mi es evidente; “está aquí”, le señalé un punto en el espacio. Las almas van y vienen a su antojo, pero es verdad que si las ubicas en una dirección o en un punto lo suelen respetar, supongo que para no volverte loca.

    Una de las primeras preguntas de Laura fue: “por qué”; aquel por qué encerraba incomprensión pero también dolor, miedo y enfado. De alguna manera no comprender lo que había ocurrido le hacía sentir un tanto abandonada.

    Manuel empezó a revelarnos cómo había sido su viaje. Nos dijo cargado de emoción que ahora estaba comprendiendo muchas cosas que nunca se había llegado a plantear; nos contó que no había cuidado su cuerpo, había abusado de él; a través de esfuerzos físicos y mentales; no había sido consciente de que le habitaba un alma maravillosa.

    Después de dejarle hablar un rato, volví en mi y posé mi mirada en Laura para ver cómo estaba recibiendo todo aquello. Entendía todo lo que le estaba diciendo pero insistía, “pero, por qué se ha ido”. Entonces le miré a los ojos y con mucho tacto le expliqué que funcionamos así. Vivimos aquí para tener esta experiencia y para aprender a cuidarnos, de alguna manera para llegar a nosotros mismos. Y además, existen unos tiempos y unos plazos y a Manuel se le vencieron esos plazos. No tengo todas las respuestas y no sé por qué no a todo el mundo se le vencen los plazos a la vez o de la misma manera.

    También traté de explicarle que lo que Manuel había experimentado era un regalo y un aviso para ella. Fui consciente en todo momento de las palabras que estaba utilizando y de las circunstancias por las que atravesaba mi receptora pero el mensaje era claro.
    Manuel seguía hablando sin titubeos. Decía: “Te permito que transites un duelo pero no te permito un luto”, me encantó aquella frase, se la repetí a Laura un par de veces más durante nuestro encuentro y también en los encuentros siguientes.

    ¿Cuál es la diferencia? Transitar el duelo por una pérdida, ya sea una muerte, una separación, el final de un ciclo… es necesario, forma parte de oxigenar y curar una herida, mientras que arrastrar un luto es cargar con una cruz, una cruz que puede que sea nuestra pero ¿Por qué tenemos que cargar con una cruz? Nuestra cultura, en especial nuestra religión nos habla de cómo tenemos que llorar, enterrar y preservar en la memoria por siempre jamás a nuestros muertos. Y yo os pregunto, qué pasa, ¿que solo puede resucitar Jesucristo? ¿Sólo podemos alegrarnos por su resurrección? ¿El resto de los mortales nos morimos para siempre?  Pues lo siento, no.
    Con esta frase Manuel le exigía a Laura que fuera fuerte, que se permitiera su llanto, su duelo pero que no se encerrara en esas emociones. Porque el no aferrarse al dolor conlleva un obstáculo casi infranqueable para mucha gente: ¿No debo sentirme triste por la muerte de mi marido? ¿Debo de sentir culpa si no expreso o siento tanta tristeza como dicen que hay que sentir? Cuando empiezas a cambiar patrones y conceptos aparecen las resistencias a la nueva información y de la mano de ellas, las culpas. Por favor, huyamos de estos mecanismos, un mundo nuevo es posible tan solo si eliminásemos estos automatismos.

    Las respuestas iban llegando y la información iba calando en Laura. Fue maravilloso trabajar con ella porque estaba dispuesta a aprender.

    Me explicó que cuando estaba malito, la semana en que murió, compró unas velas blancas y las puso en casa. Yo no pude evitar reírme con dulzura. Le expliqué que con ese acto le ayudó a que se marchara.
    “¡Cómo!”, exclamó con el gesto desencajado. Sí, yo hago poner velas a los familiares que acompañan a enfermos terminales para alumbrarles en el viaje. – Contesté.- Manuel se hubiera ido de todas formas, no te castigues porque no precipitaste nada que no fuera a ocurrir. Esto nos confirma que tienes una gran intuición que tienes que dejar salir.
    Tras unos cuantos sorbos a mi menta-poleo, le dije que una vez contestadas algunas preguntas acerca de Manuel, tendríamos que hablar de su trabajo personal.

     Tienes que recoger el regalo que te ha dejado Manuel. Él yéndose ha despertado, a ti, te toca despertar con su ausencia. La vida funciona así. Te da toques, llamadas de atención hasta que algo te hace reaccionar. No provoques un toque de atención más personalizado, bástate con el que le ha tocado a tu compañero.
    Hay personas que aprenden a partir de golpes y hay personas que son lo suficientemente sensibles como para aprovechar los golpes de otras personas para su propio aprendizaje.

    Se había echado la noche, de repente comencé a sentir frío, había retornado por completo a este plano. Sentí que nuestra sesión por hoy había concluido.

    Me dijo que quería volver a verme, yo le contesté lo que siempre contesto en estos casos; “escríbeme cuando quieras pero voy a hacer todo lo posible para que sigas avanzando sola, el trabajo es tuyo”.
    Estaba pletórica, sentía que mi lenguaje del corazón había sintonizado a la perfección. Es extraño de explicar pero era como si hubiera formado parte de su cuerpo por dos horas y le hubiera compartido un montón de luz para que ella despertara la suya propia, su propia fuente de conexión y conocimiento.

    Hemos seguido viéndonos. Sesión tras sesión Laura avanza a pasos agigantados, ahora mismos podría decir y digo que es uno de mi arquetipos de mujer a las que admiro.

    Lo que más me enorgullece y emociona no es que Laura y Manuel puedan seguir comunicándose y amándose, lo que más me emociona es que estas navidades han celebrado las fiestas en familia; le han colocado una vela gigante en forma de estrella sobre la mesa para tenerlo presente. Han encontrado su lenguaje propio, su forma de hacer puente para comunicarse con él de corazón a corazón, de alma a alma.

    Agradezco la ayuda que he recibido por parte de Manuel para escribir este post, agradezco que Laura me haya abierto las puertas de su casa, de su cuerpo y de su duelo.

    Gracias.


          ATARDECER DESDE EL MIRADOR.

    VUELA FELIZ MANUEL.

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    Pongamos que todo empezó con una sincronía. Pongamos también que eran las nueve y  media de una tarde del mayo de 2018. Línea diez de metro (la de color azul oscuro), dirección príncipe pío, desde plaza de España, una única parada.

    Para Luis, eran tres paradas, destino Batán.

    En ese momento me llega un mensaje, era una foto de Sanford Meisner. Días antes habíamos estado hablando de diferentes técnicas y maestros y este hombre fue especialmente sonado en nuestra conversación. Tras ese mensaje llegó otro mensaje. Otra foto; era una foto de Luis haciendo una mueca graciosa. Vi que estaba en el metro. Qué casualidad, pensé. Pero aún habría que rizar más el rizo para introducir esta historia. Estábamos en el mismo metro a un par de vagones de distancia. Dejé pasar mi parada y fui a buscar a Luis. Llegué a un vagón repleto de personas y vi una cabeza rizada, ahí estaba. Se levantó riendo y bajamos en la siguiente parada. No era ni la suya ni la mía. Llegamos a Lago. ¿Un lago? ¿En el centro de Madrid? Así es. Fue un gran descubrimiento. Aquel lugar maravilloso más tarde se convertiría en un sitio al que acudir para tomar un respiro, pedir  auxilio o soltar alguna lágrima.

    Caminamos por el paseo de piedras hasta que un banco con vistas nos encontró.

    Luis, cargado con, por lo menos, tres bolsas de compra, sacó de dos diferentes unos palitos salados de pan y una especie de crema de caramelo, creo recordar que se llamaba “Dulce de leche”, deliciosa por cierto.

    Fue cayendo el sol y Luis se levantó dirección a la barandilla del lago. En aquel momento pude ver el alma de una mujer que le acompañaba. Creo recordar que le pregunté por su madre y me dijo que había fallecido no hacía muchos años. Tragué saliva e interioricé para mis adentros que durante esos días posiblemente tuviera visita.

    Nos despedimos. Y guardé esa tarde en mi interior como un auténtico regalo.

    Dos días después en mi habitación, como ya era habitual, apareció una almita. Era la madre de Luis. Estaba agitada y muy habladora. Muy diferente a cómo yo la había visto en el lago. El mensaje fue rápido; “Regálale un espejo a Luis. Un espejo especial.” ¿Un espejo? Pregunté yo. “Sí un espejo, porque no se atreve a mirarse de verdad así mismo.” Uau, menuda responsabilidad, pensé. En primer lugar, quién era yo para decirle a una persona semejante mensaje y segundo, ¿Un espejo especial? Así que hice un trato. Dije, vale lo hago, pero no voy a buscar el espejo, si el espejo me encuentra  mi, se lo entrego. Dos días pasaron cuando entré a una tienda donde compraba un jabón de ruda con el que me gustaba lavarme y al ir a pagarlo, en el mostrador,  vi el espejo de mano más bonito que yo había visto en mi vida (No es por ser dramática pero me pareció muy especial), además solo había uno. Me reí, lo compré y lo pedí para regalo.

    Ya no había excusa.

    Volví a ver a Luis como una semana más tarde. Recuerdo que quedamos para cenar algo. A mitad de la cena le dije. “Tengo un regalo para ti. Es de parte de tu madre y viene con un mensaje”. Contestó con una forma característica de su persona: “Pero qué me estás contando”. Le di el espejo, le dije que era para que, cuando quisiera, se mirara de verdad.

    Mensaje enviado y recibido. ¡Qué alivio!

    Pongamos que después de esto Luis y yo fuimos consolidando una relación de una amistad de lo más chula. Y el verano pasado llegó un nuevo mensaje. La madre de Luis le demandaba atención. Le dijo que por favor no le ignorara, que le dedicara tiempo y espacio.

    Podéis preguntarme: ¿Cómo se le dedica tiempo y espacio a un alma? Dirigiéndonos a ellos, hablándoles, preguntándoles, teniéndolos presentes en nuestros pensamientos.

    Él reconoció que llevaba varios días evitándola.  La información que recibí por parte de su madre es que tenía regalos que ofrecerle. De alguna forma, quería enviarle luz.

    Cómo sería de grande  la luz, que a la semana de aquella conversación a Luis le ofrecieron una oportunidad laboral que le permitiría expandirse y crecer personal y artísticamente.

    De nuevo, una experiencia que me permite reafirmar la importancia de estar conectados con nosotros mismos, con la fuente, con nuestros guías y con las personas que decidieron quedarse para acompañarnos.

    Gracias Luis por haber confiado en mi; por haber recogido los mensajes y por apostar por ti y por tus sueños.

    Gracias madre de Luis por haber tenido tanto carácter y no haberme dado otra opción que no fuera la de transmitir estos mensajes.

    Lo último que te digo querido amigo, mírate y nunca dejes de mirarte porque lo que yo veo cuando te miro es magia.

    Un beso gigante.


     


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    Volamos hasta las 11:00am del 6 de enero de 2019. Día de reyes.

    Decidida. Abro los ojos. Sabía que quería ir a visitar a mi madre al hospital.

    En aquel entonces trabajaba como auxiliar de enfermería en el hospital San Pedro de Logroño. Allí que fuimos.

    Nada más llegar se me erizó todo el bello del cuerpo, pero aún no había conseguido descifrar para qué estaba allí.

    Recuerdo abrazar a mi madre, saludar a su compañera y tomarme un café.

    En ese momento una emoción que no pertenecía ni a mi cuerpo, ni mis circunstancias me embargó por completo. Estaba canalizando un estado emocional, es decir, el alma del que vamos a hablar hoy, estaba utilizando mi cuerpo para expresarse.

    Por fin comenzaba a comprender para qué estaba allí. Verbalicé como por inercia y de manera muy segura que un hombre de la planta en la que estábamos necesitaba marcharse y algo se lo estaba impidiendo.

    Ese era mi trabajo. Ayudar a que se apagara su cuerpo (físico) del todo.

    Mi madre me miró a los ojos. Respiró y dijo: “Sé quién es”.

    Ella entró en la habitación delante de mí.

    Allí estaba José Manuel, nuestro protagonista; su esposa y Regina, una de sus hermanas.

    Casualidades de la vida…  yo conocía a Regina y supe que iba a tener su permiso para trabajar con su hermano.

    Amo mi trabajo porque es perfecto. Quiero decir; muchas veces tengo la sensación de que todo está milimétricamente medido y calculado. El alma que me pide ayuda sabe que voy a poder ayudarle.

    Con esta reflexión que comparto con vosotros, aprovecho para responderos a una pregunta muy frecuente: “En el momento en que das los mensajes, ¿No tienes miedo de que se enfaden o se rían de ti?” La primera respuesta es un rotundo No. Porque como venía diciendo todo es perfecto. Se rigen por unas normas y unos tiempos que desconozco y en los que confío plenamente.

    En segundo lugar, mi otra respuesta es otro rotundo NO. Y yo pregunto ahora; ¿Por qué  por regla general todo lo que tiene que ver con estos temas hace que nos posicionemos en una respuesta negativa? Ya sea de enfado o de burla. ¿Por qué no podemos ver la magia que hay en que un ser humano ayude a otro ser humano a morirse en paz?

    Lanzo más preguntas: ¿Qué posibilidades había de que yo conociera a Regina? ¿Qué posibilidades había de que me dejaran pasar a una habitación de un enfermo terminal? Todas y ninguna. Se dio porque se tenía que dar.

    Como decía; entré en la habitación. Me acerqué a José Manuel y le di la mano.

    Abrí bien el corazón para escuchar qué era lo que estaba pasando. Qué era lo que le estaba reteniendo. En ese comencé a sentir una sensación de angustia insoportable. Pedí a su mujer que por favor saliera de la habitación. Era ella la que con su tristeza y desesperación le retenía.

    Estaba destrozada de dolor y además había entrado en un estado de mucha ansiedad.

    Una vez salió hablé con él. Me dio las gracias; habló de que su luna de miel había sido en la playa y en la montaña; de lo feliz que se había sentido en su viaje a cuba y de lo mucho que se había reído con su esposa.

    En aquel momento comprendí que me estaba contando todo aquello para generarse luz para poder trascender. La intensidad con la que su mujer lloraba su muerte le generaban ciertas culpas que no le permitían elevar su alma.

    Una vez se había bastado de todos los recuerdos que le hacían ensanchar su corazón me dijo que ya estaba preparado.

    Cuando la mujer volvió a entrar a la habitación hablé con ella. Le dije que su marido necesitaba que aprobara su muerte y que simplemente le acompañara. Lloro, esta vez en silencio. Me dio las gracias y corrió para agarrar su mano.

    Me fui.

    Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando noté que se iba. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Como un chispazo. Lo sentí ligero.

    A los cinco minutos mi madre me llamó emocionada para confirmar lo que mi cuerpo me había dicho.  José Manuel había trascendido.

    Me agarré el pecho a la altura del corazón y me di las gracias. A mi cuerpo, a mi ser, a todos los que me habían ayudado a vivir semejante experiencia. Reí y lloré muy amablemente y al mismo tiempo.

    Había aprendido todo de lo que somos capaces. Somos capaces de impedir que alguien trascienda y somos capaces de acompañar en el viaje.  Tomé consciencia de todo el poder que se estaba despertando en mí.

     Lo abracé, lo amé. ¡Me quedo con ello!

    Todos, absolutamente todos somos capaces de acompañar. Todos guardamos dentro sabiduría y fuego, un fuego con un poder incalculable.

    Feliz viaje José Manuel. Gracias por elegirme a mí para vivir semejante experiencia.

    ESTAS SON LAS VELAS CON LAS QUE ME HUBIERA ENCANTADO DESPEDIR A JOSE MANUEL. 

    GRACIAS A ESE DÍA SIEMPRE QUE HAGO ACOMPAÑAMIENTOS APORTO UNA VELA BLANCA Y UNA AMATISTA.

    SOMOS LUZ.

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    El hombre que bailaba descalzo en la plaza del mercado; bailando su vida, bailando su muerte. Me asaltaron dudas: ¿Era ahora cuando estaba muerto? Porque estaba más vivo y más radiante que nunca.

    El hombre que me enseñó que las relaciones humanas que establecemos en la tierra poco tienen que ver con las relaciones que establecemos desde el alma; desnudos de juicios, de miedos, de egos, incluso de cuerpos.

    El hombre que me contó que había pasado por la vida como le había dado la gana.

    El hombre que me acompañó durante un año y medio. Mi ángel de la guarda.

    El hombre en quien mi abuelo me confió cuando se marchó para estar más cerquita de mi abuela.

    El hombre del cabello del color de la plata y de rizos como las olas.

    Jota esta entrada es para ti. Ojalá pueda honrarte como te mereces en estos folios.

    Jota te marchaste en octubre de 2019, lo recuerdo, 13 días antes de mi cumpleaños. ¡Qué perdida me sentía entonces! Y ¡Cuánta luz me diste! Tú siempre dices que te quedaste conmigo para ganar luz, pero fue un puro intercambio.

    Gracias por acompañarme en los interminables viajes de autobús y de metro. Gracias por animarme a vivir aventuras y cuidarme dentro de ellas.

    Gracias por hacer que confiara más en mi espiritualidad y en el canal que he venido a ser.

    Gracias por empujarme (porque menudo carácter tienes amigo) a las sesiones de tarot.

    Puedo decir con orgullo que hemos sido compañeros de vida durante un año y medio. Y digo con orgullo porque me hubiera dado mucha pena no conocer a semejante ser humano.

    Para explicaros de forma sencilla lo grande que es este hombre os cuento que al año de morir ganó tanta luz y trascendió tanto que estaba incluso más arriba que mi abuelo. ¿Por qué me sorprende? Porque mi abuelo se fue hace muchos años y es normal que en ese tránsito asciendas. Pero el señor Jota es un gran maestro.

    En una de mis idas y venidas entre Madrid y Logroño me pidió que por favor, fuese a Skandalo, tienda y estudio de tatuajes y piercing que él regentaba en Logroño, para que le diera un mensaje a Belén. Gran compañera y amiga de la vida.

    Fui temblando. ¿Quién era yo para decirle a una persona que había amado y amaba a Jota con todo su cuerpo que ahora me acompañaba a mi? O ¿Quién era yo para decirle qué tenía que hacer con sus cosas o con su dolor? La respuesta a estas preguntas es sencilla y siempre es la misma. “Nadie. Absolutamente nadie.” Duda resuelta, “pa dentro”. Allí había cuatro personas por lo menos. Yo solo recuerdo a Belén y a Raquel, su prima, a quien Jota cariñosamente llamaba "La Chola". Maravilloso ser.

    Apenas recuerdo lo que dije. Les transmití que Jota estaba, que estaba bien y que tenía un mensaje para Belén. Silencio. Palabras entre cortadas. Lágrimas. 

     Raquel comenzó a hacerme mil preguntas. No tenía respuestas para ella. El mensaje era para Belén. Quedamos en que cuando estuviera preparada me llamaría para hablar.

    Pasaron los meses. Jota y yo recorríamos Madrid arriba y abajo. Fueron meses muy lindos. Me sentía como una niña consentida porque Jota me daba permiso a las cosas que mi abuelo no me dejaba hacer.

    Me ayudó a cultivar la calma, la paciencia, a vivir menos encorsetada y a bailar más la vida. Me confesó en cierta ocasión que su cuerpo no lo había cuidado todo lo bien que le hubiera gustado pero que había escuchado la voz de su alma hasta el último detalle.

    La vida me trajo de vuelta a casa en marzo de 2020. Se acercaba el momento de volver a hablar con Belén y esta vez también con Raquel.

    Jota había ganado mucha luz en los últimos meses, podía sentir que en cualquier momento me diría adiós. No pensaba mucho en eso porque me dejaba un poso de tristeza que quería evitar. Pero ese momento llegó.

    Quedé con Belén, hablamos durante un buen rato en el alto de la tienda. Le dije que estaba feliz. Que le tocaba marchar.

    Semanas más tarde quedé con Raquel y fue una experiencia inolvidable. Gracias a ella pude comprender más al Jota que hacía un tiempo era humano. Comprendimos entre los tres por qué emociones había transitado en los últimos meses y se liberó aún más.

    Gracias Raquel por invitarme aquella tarde, por abrir tu corazón y los recuerdos de Jota. Gracias por todas tus palabras, tus preguntas y por la incalculable confianza que depositaste en mi.

    Gracias a los dos por el pendiente que me regalasteis. No me lo pienso quitar en mucho tiempo; Raquel tenía guardados en una cajita los pendientes que Jota llevaba en la cara y créeme que no eran pocos. Fue repartiéndolos entre amigos y personas que habían sido especiales y fui afortunada esa tarde.

    Al salir de la casa fui a dar un paseo por Logroño y pude sentir cómo Jota se despedía de mi. Un frío empezó a abrazar todo mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza. Se me formó un nudo en la garganta hasta que verbalicé: “Gracias. Adiós.”

     

    Ahora me visita de vez en cuando. Hay veces que se queda un par de días y veces que solo aparece para reñirme por algo. Ya no está tan latente y no lo veo con tanta nitidez. He aprendido que me cuesta ver las almas que están muy muy evolucionadas. Supongo que será porque ya no se sienten tan identificadas con el cuerpo que llevaban o puede ser porque mi capacidad aborda hasta un punto determinado. No lo sé. Os invito a que compartáis vuestras impresiones. Vuestras sensaciones y percepciones. Así podremos seguir creciendo todos en este campo taaaaaaaaan precioso.

     


                                                          JOTA CON BELÉN.
     
    JOTA CON LA CHOLA.





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