JOTA
mayo 13, 2021
El hombre
que bailaba descalzo en la plaza del mercado; bailando su vida, bailando su
muerte. Me asaltaron dudas: ¿Era ahora cuando estaba
muerto? Porque estaba más vivo y más radiante que nunca.
El hombre
que me enseñó que las relaciones humanas que establecemos en la tierra poco
tienen que ver con las relaciones que establecemos desde el alma; desnudos de
juicios, de miedos, de egos, incluso de cuerpos.
El hombre
que me contó que había pasado por la vida como le había dado la gana.
El hombre
que me acompañó durante un año y medio. Mi ángel de la guarda.
El hombre en
quien mi abuelo me confió cuando se marchó para estar más cerquita de mi
abuela.
El hombre
del cabello del color de la plata y de rizos como las olas.
Jota esta
entrada es para ti. Ojalá pueda honrarte como te mereces en estos folios.
Jota te
marchaste en octubre de 2019, lo recuerdo, 13 días antes de mi cumpleaños. ¡Qué
perdida me sentía entonces! Y ¡Cuánta luz me diste! Tú siempre dices que te
quedaste conmigo para ganar luz, pero fue un puro intercambio.
Gracias por
acompañarme en los interminables viajes de autobús y de metro. Gracias por
animarme a vivir aventuras y cuidarme dentro de ellas.
Gracias por
hacer que confiara más en mi espiritualidad y en el canal que he venido a ser.
Gracias por
empujarme (porque menudo carácter tienes amigo) a las sesiones de tarot.
Puedo decir
con orgullo que hemos sido compañeros de vida durante un año y medio. Y digo
con orgullo porque me hubiera dado mucha pena no conocer a semejante ser
humano.
Para
explicaros de forma sencilla lo grande que es este hombre os cuento que al año
de morir ganó tanta luz y trascendió tanto que estaba incluso más arriba que mi
abuelo. ¿Por qué me sorprende? Porque mi abuelo se fue hace muchos años y es
normal que en ese tránsito asciendas. Pero el señor Jota es un gran maestro.
En una de
mis idas y venidas entre Madrid y Logroño me pidió que por favor, fuese a Skandalo, tienda y estudio de tatuajes y piercing que él regentaba en Logroño, para que le diera un mensaje a Belén. Gran compañera y amiga de la vida.
Fui
temblando. ¿Quién era yo para decirle a una persona que había amado y amaba a
Jota con todo su cuerpo que ahora me acompañaba a mi? O ¿Quién era yo para
decirle qué tenía que hacer con sus cosas o con su dolor? La respuesta a estas
preguntas es sencilla y siempre es la misma. “Nadie. Absolutamente nadie.” Duda
resuelta, “pa dentro”. Allí había cuatro personas por lo menos. Yo solo
recuerdo a Belén y a Raquel, su prima, a quien Jota cariñosamente llamaba "La Chola". Maravilloso ser.
Apenas recuerdo lo que dije. Les transmití que Jota estaba, que estaba bien y que tenía un mensaje para Belén. Silencio. Palabras entre cortadas. Lágrimas.
Raquel comenzó a hacerme mil preguntas.
No tenía respuestas para ella. El mensaje era para Belén. Quedamos en que
cuando estuviera preparada me llamaría para hablar.
Pasaron los
meses. Jota y yo recorríamos Madrid arriba y abajo. Fueron meses muy lindos. Me
sentía como una niña consentida porque Jota me daba permiso a las cosas que mi
abuelo no me dejaba hacer.
Me ayudó a
cultivar la calma, la paciencia, a vivir menos encorsetada y a bailar más la
vida. Me confesó en cierta ocasión que su cuerpo no lo había cuidado todo lo
bien que le hubiera gustado pero que había escuchado la voz de su alma hasta el
último detalle.
La vida me
trajo de vuelta a casa en marzo de 2020. Se acercaba el momento de volver a
hablar con Belén y esta vez también con Raquel.
Jota había
ganado mucha luz en los últimos meses, podía sentir que en cualquier momento me
diría adiós. No pensaba mucho en eso porque me dejaba un poso de tristeza que
quería evitar. Pero ese momento llegó.
Quedé con
Belén, hablamos durante un buen rato en el alto de la tienda. Le dije que
estaba feliz. Que le tocaba marchar.
Semanas más
tarde quedé con Raquel y fue una experiencia inolvidable. Gracias a ella pude
comprender más al Jota que hacía un tiempo era humano. Comprendimos entre los
tres por qué emociones había transitado en los últimos meses y se liberó aún
más.
Gracias
Raquel por invitarme aquella tarde, por abrir tu corazón y los recuerdos de
Jota. Gracias por todas tus palabras, tus preguntas y por la incalculable
confianza que depositaste en mi.
Gracias a
los dos por el pendiente que me regalasteis. No me lo pienso quitar en mucho tiempo; Raquel tenía guardados en una cajita los pendientes que Jota llevaba en
la cara y créeme que no eran pocos. Fue repartiéndolos entre amigos y personas
que habían sido especiales y fui afortunada esa tarde.
Al salir de
la casa fui a dar un paseo por Logroño y pude sentir cómo Jota se despedía de
mi. Un frío empezó a abrazar todo mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza. Se
me formó un nudo en la garganta hasta que verbalicé: “Gracias. Adiós.”
Ahora me
visita de vez en cuando. Hay veces que se queda un par de días y veces que solo
aparece para reñirme por algo. Ya no está tan latente y no lo veo con tanta
nitidez. He aprendido que me cuesta ver las almas que están muy muy
evolucionadas. Supongo que será porque ya no se sienten tan identificadas con
el cuerpo que llevaban o puede ser porque mi capacidad aborda hasta un punto
determinado. No lo sé. Os invito a que compartáis vuestras impresiones.
Vuestras sensaciones y percepciones. Así podremos seguir creciendo todos en
este campo taaaaaaaaan precioso.
JOTA CON BELÉN.
4 comentarios
Gracias Jota. Gracias Ana.
ResponderEliminarAhora mismo sólo siento gratitud hacia los dos.
Por iluminar.
Gracias
Eva
Gracias Eva por tus palabras. Un beso grande.
EliminarAna gracias por el amor, la sinceridad de tus palabras, y sobre toda por tu generosidad, cómo dices eres afortunada de haber estado con él, yo lo siento muy cerca y sé que a su familia nos tiene muy vigilados, él era magia y era capaz de mover el mundo.....y lo sigue haciendo..."TE QUIERO SIEMPRE AMOR"❤️❤️❤️, tu chola
ResponderEliminarGracias Chola por haber sido tan generosa conmigo. Por supuesto, vigilados y requetevigilados.
EliminarUn beso gigante.💜