ENTRE TOMA Y TOMA EN EL CEMENTERIO DE LOGROÑO.

mayo 04, 2021

 

De nuevo Julio de 2018. El equipo de técnicos de la película “Bambalina”, nos preparamos para grabar la siguiente secuencia. “Silencio, vamos a grabar”. “Claqueta”. “Acción”. Localización: cementerio municipal de Logroño.

Éramos un grupo de  jóvenes emprendedores, comprometidos y trabajábamos para sacar adelante el proyecto de un amigo.

“Corta, está entrando mucho ruido”. Esto es lo que pasa cuando grabas en exteriores y no tienes dinero para cortar una calle para ti. Lo hace más entretenido sí, pero producción tiene que volver a cambiar los horarios.

Aquella vez paramos porque una banda de músicos acompañaba el ataúd de un hombre que llevaban a enterrar. Y digo hombre porque tuve la suerte de verle en aquel momento. Ese hombre me dio una gran lección  aquella tarde.

Los familiares y amigos acompañaban entristecidos y cabizbajos el ataúd. Él bailaba gozoso y  libre, al ritmo de las trompetas y los saxofones. Yo me juré en aquel momento que también bailaría así mi muerte. (Espero que me pongáis música.)

Me resultó impactante pensar lo que unos a otros nos enseñamos a medida que vamos creciendo. “La muerte es una gran pérdida.” “Ya nunca más vamos a volver a ver a esta persona”. “No me pude despedir.” “Siento culpa por haber hecho o no esto o aquello.”

Es cierto que es impactante,  triste y doloroso perder a un ser querido. Sobre todo cuando la causa no es la propia naturaleza de la vejez, si no, cuando nos referimos a gente joven; una enfermedad, un accidente, un suicidio…etcétera.

Creo que es necesario transitar un duelo, despedirnos, hacernos a la idea de que la relación tal y como la conocíamos cambiará por completo. Transformándose en algo totalmente distinto, desconocido, incluso puede que ajeno a nosotros. Pero, después de ver aquello, yo me hice las siguientes preguntas; ¿Por qué siempre nos lamentamos cuando una persona muere? ¿Por qué obviamos la naturaleza de que la gente (incluidos nosotros) morirá algún día hasta que muere?

Aquel hombre estaba feliz, liberado, ¡Contento!

Esto me hizo reflexionar mucho acerca de cómo vivimos  la experiencia de la muerte. Desde mi punto de vista, de forma un tanto egoísta. El alma que al final es la protagonista del evento, está feliz, liberada. ¡Ha trascendido! En otras palabras: ¡Se ha pasado la pantalla! ¡Por qué imaginarnos que se crea un vacío que no podremos llenar nunca!

Bien podría conectar esta historia con la experiencia de Bego,  madre de Alejandra. Experiencia que podéis leer en la entrada: “Este baile es para ti.” Aquella mujer estaba totalmente dividida en dos. Por una parte yo veía su cuerpo. Bellísimo. Envejecido. Casi apagado. Y justo a los pies de su cama estaba su alma, deseando que acabara ese proceso para poder moverse tanto como a ella le gustaba. El alma conservaba la esencia de la mujer que había sido. Su sentido del humor, sus ganas de seguir viviendo experiencias. Exactamente igual que este hombre.

Y como a mi, a mucha gente se le ha concedido la capacidad de ver, hablar y comunicar mensajes de almas y seres. De hecho, creo  que no tiene más misterio que el de estar conectado con la esencia de uno mismo y dejar a un lado el miedo y el juicio. Hacer borrón de todas aquellas voces que con tanto miedo nos marcan desde pequeños: “No digas tonterías.” “Ahí no hay nadie.” “Cuánta imaginación tiene esta hija.” “Eso es cosa de brujas.” “No hables de eso, a mi esas cosas no me gustan.” “Estás engañando a la gente.” “Cómo puedo asegurarme de que no mientes.”

Hacer oídos sordos a esas palabras. Quemarlas, acabar con ellas. Y al que dice: “Si es verdad que ves cosas, dime qué ves en mi”, (con un tono desafiante y repugnante) mostrarle una sonrisa y compartir con él parte de nuestra  luz. Porque no tenemos que demostrar nada a nadie. Podemos ofrecer información y ayuda, pero solo eso, ofrecerla.

 ¡Cuántas veces me he mordido la lengua para no decir lo que veo. Cuántas veces he estado tentada (totalmente desde mi ego) de decirle a alguien: “Pues sabes qué, tu padre te dice que no sé qué… “ o “Anda calla, que tienes a tu abuela contenta.” Esos impulsos los he cortado y desechado porque las almas y los mensajes que necesitan que transmitamos son SAGRADOS. Y solo desde la pureza y la bondad deben ser transmitidos. No creo en ningún otro método que nazca desde un lado oscuro.

De nuevo os invito a que nos abramos. A que no juzguemos lo que escuchamos o sentimos. A que no nos forcemos. Y por dios, que la muerte es una gran liberación del cuerpo. Y sobre todo, no porque la persona  muera quiere decir que no voy a estar con ella nunca más.

Es muy divertido cuando en las sesiones la gente me dice: "Dile que lo siento", y yo les digo: "No, díselo tú, que está aquí mismo."

 Háblale. Siéntele. Pídele consejo. Y si tú no puedes, si te da miedo o crees que no eres lo suficientemente “sensitivo” acude a gente que te pueda ayudar. Porque SÍ es posible.  SÍ hay gente que puede comunicarse.

 



Diseño de Ana Brau Uribe

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12 comentarios

  1. Espectacular leccion
    Gracias hija!!!

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  2. Gracias por compartir tus sentimientos y vivencias Ana.Siempre tan especial �� un besazo!.Pame

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    1. Gracias Pame por compartir y comentar con tanta dulzura. Un beso gigante!

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  3. La carne como un gallo me dejas, que delicada forma para contar la realidad que normalmente no vemos y que nos encantaría sentir alguna vez en la vida. Creo en ti porque la energía y la vibración de tu ser está muy lejos de lo común. La vida está repleta de misterio inexplicable, como todo lo demás.

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    1. Gracias Millán! Gracias por tus palabras y me alegra el alma saber que he podido remover un poquito esos pelos de los brazos.
      Un beso!

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  4. Qué coraje tienes Ana!!!! desde el amor y el respeto, la pureza y la bondad trasmites tu sabiduría. Gracias

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    1. Gracias por compartir conmigo y con este blog palabras tan hermosas. Eso es que voy por buen camino!

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  5. Maravilloso lo que cuentas y sobre todo cómo lo cuentas.
    Gracias por ser tu.
    Te quiero mucho!!!

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