VICTOR, UNA CONVERSACION ENTRE ALMAS.

marzo 21, 2021

 

De nuevo, una noche de Julio. Me acompañaba el mismo amigo con el que hablaba la noche de los jardines del Ebro.

Pobre Gentil nunca le hablé de nada de esto. Gentil, si te pasas por aquí… espero que te guste.

Sentados en un banco de la puerta de la Biblioteca de La Rioja, escoltados por nuestras respectivas bicicletas empezó a oler muy intensamente a tabaco.

“Ya estamos” –pensé yo.- Giré la cabeza lo mínimo para poder ver a un alma de lo más curiosa.

Era un hombre moreno, muy moreno. Engominado hacia atrás. No le quedaba mucho pelo pero lo lucía de forma muy orgullosa. Vestía una camisa abierta y de su pecho colgaba una cadena de oro. Parecía de raza gitana.

Con las piernas cruzadas fumaba y me hablaba sin parar. Se lamentaba. Él mismo contestaba a sus propias preguntas y de vez en cuando me miraba para comprobar que le estaba viendo.

Con los ojos como platos continué como pude la conversación con Gentil. En seguida, encontré el momento de coger mi moto de pedales e ir a casa.

Eran las tres de la mañana de un verano que se presentaba la mar de interesante.

Pasaron los días y de nuevo, lo dejé pasar. La cosa empezó a ponerse fea. El no atender a Víctor hizo que padeciera una tos impresionante. Como si fuera una fumadora profesional.
Mi madre, a la que le había contado esta visión, supo localizar y dar nombre a este hombre. En vida, se hacía llamar Víctor. Había sido compañero y amigo de mi abuelo.

Una tarde en la que mi propia tos me asustó decidí enfrentar esta situación.

De manera instintiva, cerré la puerta de mi habitación. Encendí la lámpara de sal. Y me conecté con aquel hombre.

Una vez apareció, se sentó en mi cama. Fumó. Acto seguido comenzó a sollozar. Dijo que quería hablar con mi abuelo. Yo, hasta ese momento no sabía que también podía hacer eso. ¿Puedo dar mensajes de un alma a otra? Sí, al parecer sí.

-No por el hecho de estar muerto quiere decir que puedas estar con todos los muertos. Yo les llamo almas, me parece una expresión más amable.-

Pero, como decía, cada alma lleva su proceso y su trabajo. Y en este caso, Víctor acudió a mí para poder hablar con mi abuelo.-

Sin haber dejado de sollozar y sin mirar a los ojos a mi abuelo, quien también se encontraba sentado en mi cama, le confesó que había estado siempre enamorado de él. Mi abuelo sonrió. Recibió el mensaje y le dijo: “Víctor, yo te he querido tanto como tú. Pero en esta vida no me tocaba amarte de esa manera.”

Víctor le miró. Sonrío. Comprendió lo que mi abuelo le decía y se disipó su pena. Me dio las gracias y se marchó a la luz para continuar su viaje.

Yo, totalmente boquiabierta le despedí con cariño.

Aquella tarde supe que estas historias, y digo estas porque sabía que todo acababa de empezar, las quería contar o plasmar de alguna manera. Aquí estoy, relatándolas lo más honestas posible.

Aquella tarde aprendí, entre otras cosas, que las almas necesitan comprender aquellos secretos, dolores o preguntas que no han contestado en vida para poder seguir trascendiendo.

 

Gracias Víctor, me dejaste un poso de aprendizaje y mucho amor. Gracias también por quitarme esa tos de fumadora record.

 





 
Diseño de Ana Brau UribeFOTOGRAFÍA DEL BANCO DONDE CONOCÍ A VÍCTOR. PUERTA DE LA BIBLIOTECA DE LA RIOJA.

You Might Also Like

0 comentarios