ABUELO ERES TÚ
enero 19, 2021Era primavera. Una tarde de un mayo avanzado.
Recuerdo que estaba especialmente contenta. Sentada en la
silla verde de estudio.
-Os prometo que ocurrió como lo voy a contar.-
En ese momento, en mi habitación, empezó a oler a pino. No
pino exactamente pero sí a una colonia muy amaderada y que yo no había olido
nunca. Con esto no quiero decir que mi nariz haya olido todos los olores del
mundo, de hecho es uno de mis sueños, pero es cierto que tengo una especial
intuición para detectar y guardar olores. Creo que mi cuerpo tiene registrado
un “archivo” de olores; recuerdo las recetas de mi abuela, el olor de la casa
en la que vivía, el olor de todas las casas en las que he vivido, de personas,
de estaciones…
Como decía, yo estaba segura de que ese olor era totalmente desconocido para mi. De
repente empecé a sentir un cosquilleo en mi mano izquierda. Aquella sensación
viajó por el brazo hasta instalarse en mi pecho, muy cerca del corazón.
En seguida entendí que aquello era un infarto. No me asusté
porque sabía que aquellos síntomas no eran míos. La sensación era como si
alguien estuviera enseñándome algo ¡Y así era!
Me di la vuelta de forma instintiva y allí estaba mi abuelo
¡Ay qué alivio sentí!
Llevaba buscando a aquel hombre en las noches estrelladas de
San Román, pueblo en el que he veraneado desde que tengo uso de razón. Y es que cuando el reloj de aquel
pueblo de la sierra de los cameros daba la media noche, siempre cinco
minutos adelantado el muy puñetero, mi yaya me llevaba a casa. Y justo después
de subir el primer escalón me hacía mirar las estrellas, -a todos los lectores
que estén leyendo esto, San Román de Cameros guarda el mejor cielo estrellado
del mundo entero.- el caso es que, desde aquel cielo mi abuelo miraba
suspendido en la más grande y brillante estrella. Así lo contaba mi abuela. Tanta fe tenía en
aquello que, siendo pequeña llegué a discutir con mi prima Claudia. Ella decía
que su abuelo estaba en la estrella que yo señalaba. Discutimos hasta que le di
la razón de mentira. Para mis adentros me decía: “pobrecita abuelo, no tiene ni
idea.” Además creo que por aquellos años su abuelo no había muerto. Ay qué
locura.
Todo ese repertorio de pensamientos y anécdotas y olores me
inundaron por completo en aquel momento. Mi abuelo, el que vivía en aquella
estrella estaba ahí, sentado en mi cama.
Si lo piensas tiene un punto muy cómico. Cómo nos complicamos
la existencia y qué curioso que pensemos “ala se ha muerto, me ha dejado”. Más
adelante os explicaré esto que acabo de decir. Por supuesto que, aunque mis
palabras suenen poco sensibles, escribo este texto con todo el respeto del
mundo. Tanto para las almas que dejan este plano como para aquellos que
aguardan un rato más en este.
Cada vez que cuento esta historia me hacen la misma
pregunta, ¿Y no te asustaste?
Yo siempre contesto lo mismo: “no”. Es más para mi fue un
auténtico regalo. Era como si algo que tenía que darse al fin se dio.
Le miré y le agradecí que hubiera venido.
De forma instintiva empecé a escribir la información que
recibía en un pósit. Empecé con los rasgos físicos; Lleva pantalones de pana,
una camisa con un jersey marrón chocolate, unos zapatos color beige… y en ese
momento empecé a escuchar cómo me hablaba. Escribir fue de alguna manera como
sintonizar con él.
Le pegunté que qué quería y me dijo que necesitaba darle un
mensaje a mi madre.
Así que la llamé:
-“Mamá, estoy viendo al abuelo y me dice que quiere darte un
mensaje.”
- Silencio.- “Cuando salga de trabajar voy para allí”.
Así, exactamente así fue la conversación.
Me pidió que hiciera café. Casi todas las almas, cuando
vienen me piden que tome café.
Pueden sentir lo que
tú sientes y saborear lo que tú saboreas, esto también lo explicaré más
adelante.
El abuelo me explicó que el café le recordaba al olor y al
sabor del hogar.
Mientras lo tomaba con bien de miel fui apuntando en pósits
y pósits mensajes que más tarde le daría
a mi madre.
También me dio mensajes para mi. Uno que tengo presente
siempre es: “¿Ves esta mandala? (una mandala que estaba colgada en la pared de
mi habitación) Tu vida será como esta mandala. Has venido a disfrutar de la
vida y a vibrar alto para enseñar a mucha gente que la vida es luz y que cada
uno de nosotros tenemos un propósito."
También me transmitió información de cómo funciona aquel
plano en el que él estaba.
Son conocimientos que saldrán a mi pesar durante los
relatos, pero que, resulta un poco difícil decir de manera ordenada qué fue lo
que me enseñó.
Él insistió mucho en que yo comprendiera que no hacían falta
los ojos para poder verlos. De hecho, una semana después yo me quedé sin
lágrimas en los ojos. Me di baños de manzanilla amarga hasta que un día se me
ocurrió preguntarle; ¿por qué me ocurre esto en los ojos? Y contestó lo mismo:
"porque no tienes que mirar con los ojos, si no, con el alma". De
ahí, la frase de portada de este blog.
Tampoco se necesita hablar con la voz como hacemos aquí, la
comunicación con las almas es desde el corazón, literalmente.
También me explicó cuánto de importante era cuidar el cuerpo
que habitamos. Me hizo prometer que lo trataría como un templo. –Soy humana y a
veces patino un poco, pero es cierto que a penas tolero el alcohol y me resulta
muy difícil perpetuar hábitos nocivos para mi.-
Llegó mi madre y ahí desaparecí yo. Más adelante explicaré
esto.
Estaríamos hablando cerca de dos horas. Recuerdo detalles
sueltos. Al principio el abuelo habló de momentos de infancia de mi madre,
momentos que habían compartido juntos…
-Esto lo hacen todas las almas. Hablar de recuerdos. Es una manera de
preparar el corazón de la persona (física) para recibir el mensaje.-
Una vez “sintonizados” los dos, Ana voló. Mi cuerpo se
mantuvo allí y le di espacio a mi abuelo para que lo habitara y pudiera hablar
libremente con mi madre. Esto lo explicaré en otro post, lo llamaremos "canalización".
Tanto fue así que cuando acabaron de hablar yo no recordaba
qué le había dicho exactamente, tenía algunas lagunas, y tuve que preguntarle
más tarde.
Cuando mi abuelo terminó de dar el mensaje respiró largo y
profundo. Satisfecho y liberado.
Me explicó que con lo que había hecho ya podría seguir
trascendiendo pero eligió acompañarme un rato más. Yo pensaba que sería para
siempre. –Con esto entendí que las almas necesitan dar mensajes para trascender
a algún lugar. Más adelante entendería un poquito más.-
Emocionada, me agarré el corazón y le di las gracias.
Me gustaría compartir con vosotros cuál fue el mensaje que
recibió mi madre, pero como os he dicho, no lo recuerdo. Así que, invitaré a mi
madre a pasarse por aquí para que ella misma pueda expresaros cómo fue aquel
viaje.
Y colorín colorado así conocí a mi abuelo Gonzalo.
16 comentarios
😊 historia que llena el alma. Qué gusto poder leerte Ana.
ResponderEliminarAgradezco a la vida que me acompañéis y me ayudéis en esta aventura.
EliminarGracias!
Que bonito. Seguiremos a la espera
ResponderEliminarBien!!! Seguiré relatando momentos!
EliminarGracias!
Una maravillosa historia. Qué bien poder compartir contigo. Un abrazo Ana
ResponderEliminarBelleza la luz del alma la tuya
ResponderEliminarMil gracias!
EliminarQué belleza de relato. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMe hace feliz que te haya gustado.
EliminarGracias!
Que preciosidad Ana! La piel de gallina...gracias por regalarnos esto.
ResponderEliminarMil gracias por compartir tus sensaciones. Me alegro infinito de que te haya gustado. Espero que el resto también alteren tu epidermis!
EliminarUnas líneas personalísimas con una pluma muy emocional. Una apología a la víscera intuitiva. Una intimidad necesaria. Una alternativa al mundo de los mortales. Un puente levadizo hacia el más allá.
ResponderEliminarUn encuentro necesario con el mundo de las almas.
Un recuerdo feliz con nuestros abuelos.
Gracias por compartir 🙏🏻
Gracias guapísimo por tus bonitas y sensibles palabras. Un beso chuper gigante. Eres Espechial.
Eliminar... La sencillez de tu lenguaje mezclado con la riqueza de los detalles y tú luz personal hacen que sea un placer leerte y aprender con tu experiencia. Gracias Ani. Abrazobesos ✨✨✨��
ResponderEliminarGracias Marisa por compartir tus palabras y por tu acompañamiento. Te quiero muchísimo.
EliminarEmocionada y agradecida.
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